miércoles, 28 de diciembre de 2011

jueves, 22 de diciembre de 2011

EL EGO, ¿manda u obedece?

Tratar al ego como "algo" independiente no es posible.
 
Aparentemente es el que manda pero se limita a obedecer:
- al pensamiento, casi siempre compulsivo (mecánico, rutinario, automático),
- a los sentimientos más compulsivos aun,
- a los deseos, intereses, preferencias seudo-conscientes y casi siempre mezquinos,
- a la memoria del pensador y a sus rutinas (hábitos, costumbres, actitudes...) inamovibles, y a los instintos (los básicos son, de relación, de seguridad y de satisfacción -abría que extenderse mucho para abordarlos-),
- al estado de ánimo del quídam,
- a la recepción de impresiones del mundo interior particular, que cada uno tenemos, y del mundo exterior común, en el que participamos.....

En definitiva no manda sino que es mandado.

El ego es una marioneta, un pelele, el hombre de paja, algo ficticio, un sin fin de caretas, cada una empleada para cada ocasión, circunstancia y lugar, es el representante en la sociedad de lo que somos internamente...., y como representante-diplomático es falso o de verdades a medias y tremendamente variable.

Además, el ego -que es un elemento psicológico-, y que fue imprescindible en nuestra construcción en el pasado e imprescindible en la vida social actual, es un obstáculo para acceder a lo Consciente, a lo Espiritual.

La Consciencia, la Voluntad, el Amor (con mayúscula), ..., es decir, el Ser Real, ha de remodelar toda el área mental o psicológica lo que incluye a la inteligencia, emociones, instintos, y al propio ego. También al cuerpo físico y material.
aurguki

Más en,



.

martes, 8 de noviembre de 2011

¿Qué es la Consciencia?



Consciencia es:

- Enfocar, llevar luz, ver
- Tocar, enlazar, tomar contacto con, darse cuenta de, iniciar comunicación, relación, establecer nexo, vínculo
- Sentir desde la parte más profunda y sutil del ser
- Conocimiento (a la inconsciencia se asocia la Ignorancia), sabiduría, verdad
- Causa (inicio)
- Observar, reconocer (y reconocerse), contemplar
- Comprender, advertir, percatarse, tener o tomar en cuenta
- Abarcar completo, recepción global, integral, total


SENSACIONES Y PERCEPCIONES, PRECURSORAS DE LA CONSCIENCIA
- En el físico tomamos conciencia por medio de los sentidos, sensaciones físicas.
- En el psicológico tomamos conciencia por medio de la capacidad de percibir, o percepciones psicológicas (apreciación, valoración, calificación, dictamen, dotar de significado...)
- En el espiritual, trascendente o consciente, por medio de la intuición, identidad, inspiración, revelación, y al ejecutar la Atención voluntaria

Sensación física y percepción psicológica son precursores de la Consciencia Consciente, formas emanadas de la Consciencia (propiamente dicha).

Así como algunas sensaciones físicas las convertimos en percepciones psicológicas, ambas, sensación y percepción pueden transformarse en "Conscientes" gracias a la CONSCIENCIA-VOLUNTAD que hace pasen de pasivas a activas, de implícitas a explícitas, de ocultas a visibles, de inconscientes o seudoconscientes a conscientes.



OTRAS CONSIDERACIONES GENERALES
Llamamos "consciencia pasiva" a la que se realiza sin precisar de una implicación de la Voluntad u opción libre e incondicionada (necesitar beber agua activa y estimula 'condicionando' la conciencia de "querer beber agua"). Tomo conciencia de querer beber agua porque siento SED (sensación física) y tengo que ingerir agua, imperativamente (no hay libertad).

"Consciencia activa" es cuando hay una implicación de la Voluntad u opción libre e incondicionada.

Luz y oscuridad son claves decisivas, activar la consciencia es intensificar su luminosidad. La consciencia ilumina, saca de la oscuridad, trae a realidad mayor.

Vivir desde la Consciencia supone darse cuenta de contenidos implícitos, darse cuenta de los instintos y rutinas implicadas...

Cuando pensamos ('desarrollo' de la conciencia psicológica) desarrollamos una sola idea (línea, vamos por un solo camino); en consciencia por múltiples (varias lineas o caminos). La consciencia plena será desarrollar (movernos, contener) todas las ideas.

Para que la Consciencia pueda activarse (a voluntad) o manifestarse (intuición...) es preciso que el psicológico esté quieto, en completo silencio (no precisa razonar, Ella es todo y conoce lo que es, sus combinaciones y relaciones)

La comprensión, que en principio es del orden psicológico, es incipiente forma de manifestación de la Consciencia






.

lunes, 20 de junio de 2011

Prana, Vital, Shakti

FRAGMENTOS DE LOS LIBROS
SÍNTESIS DEL YOGA Y LA VIDA DIVINA
de sri aurobindo
sobre el tema, Prana, Vital, Shakti


DE SÍNTESIS DEL YOGA, I
Cuando se produce esta muerte del deseo y esta amplitud calma y pareja en toda la conciencia, el verdadero ser vital que está dentro de nosotros sale del velo y manifiesta su propia presencia calma, intensa y potente. Pues esa es la verdadera naturaleza del ser vital, es una proyección del Purusha Divino en la vida -tranquilo, fuerte, luminoso, multienergético, obediente ante la Voluntad Divina, sin ego, pero capaz de toda acción, logro y empresa suprema o máxima. La verdadera Fuerza Vital ya no se revela como esta energía superficial perturbada, acosada, dividida y pugnaz, sino como Poder Divino, grande y radiante, pleno de paz, fortaleza y bienaventuranza, como vasto Ángel de Vida envolviendo al universo con sus alas dotadas de Poderío. (163-164)


DE SÍNTESIS DEL YOGA, II
Además la Naturaleza creó dentro de su unidad de la vida universal corrientes vitales aparentemente separadas que se forman dentro de un espiral de vitalidad en su derredor y en cada cuerpo, y el Alma manifestada en la Naturaleza vital atrapa esa corriente y es atrapada por ésta y es aprisionada momentáneamente en el pequeño remolino giratorio de la vida. El Alma, olvidándose todavía de sí misma, dice: "Yo soy la vida"; piensa de sí como la vida, anhela con sus anhelos o deseos, se revuelca en sus placeres, sangra con sus heridas, acomete o tropieza con sus movimientos.
...
Decimos nuevamente: "No soy la vida" y concentrándonos en este conocimiento y renunciamiento al apego hacia los movimientos y deseos vitales, nos desembarazamos del sentido vital.

--
CUERPO Y PRANA
Mientras tratemos así al cuerpo, tenemos necesariamente que hacer también lo propio con el Prana o la energía vital. A los fines prácticos tenemos que efectuar una distinción entre la energía vital tal como actúa en el cuerpo el Prana físico, y la energía vital tal como actúa en apoyo de las actividades mentales, el Prana psíquico. Pues siempre llevamos una doble vida, mental y física, y la misma energía vital actúa de modo diferente y asume diferente aspecto de acuerdo a como se presta en cada caso. En el cuerpo produce esas reacciones de hambre, sed, fatiga, salud, enfermedad, vigor físico, etc., que son las experiencias vitales de la estructura física. Pues el cuerpo denso del hombre no es como la piedra o la tierra; es una combinación de dos envolturas, la vital y la envoltura "alimenticia", y su vida es una interacción constante de estas dos. Empero, la energía vital y la estructura física son dos cosas diferentes y en el retiro de la mente del absorbente sentido del cuerpo, nos tornamos incrementadamente sensibles al Prana y a su acción en el instrumento corporal y podemos observar y controlar cada vez más su accionar. En la práctica, al retirarnos del cuerpo, nos substraemos también de la energía vital física, aunque distinguimos a ambos y sentimos a la última más próxima a nosotros que el mero instrumento físico. La conquista integra del cuerpo llega de hecho mediante la conquista de la energía vital física. (67)

--
PLANO DEL DESEO O VITAL
Así como hay un equilibrio de relaciones de Purusha con Prakriti en el que la Materia es el primer determinante, un mundo de existencia material, de igual modo hay otro equilibrio precisamente encima de éste en el que la Materia no es suprema sino que la fuerza de la Vida ocupa más bien su lugar como primer determinante. En este mundo las formas no determinan las condiciones de vida, pero es la vida la que determina la forma, y por lo tanto las formas son allí mucho más libres, fluidas, en mayor escala y para nuestras concepciones más extrañamente variables que en el mundo material. Esta fuerza vital no es una fuerza material inconsciente, ni siquiera (excepto en sus movimientos más bajos) una energía elemental subconsciente, sino una fuerza consciente del ser que aboga por la formación pero mucho más esencialmente por el disfrute, la posesión y la satisfacción de su impulso dinámico. El deseo y la satisfacción del impulso son, por lo tanto, la ley primera de este mundo de existencia vital pura, de este equilibrio de relaciones entre el alma y su naturaleza en el que el poder vital juega con una libertad y capacidad mucho mayores que en nuestra vida física; puede llamarse mundo del deseo, pues ese es su principio característico. Es más, no está fijado a una sola fórmula difícilmente variable como parece ocurrir en el mundo físico, sino que es capaz de muchas variaciones de su equilibrio, admite muchos subplanos que abarcan desde los (163) que entran en contacto con la existencia material y es como si se fundiesen en ella, hasta los que hacen lo propio en la cima del poder vital con los planos de la pura existencia mental y psíquica, fundiéndose en ellos. Pues en la Naturaleza, en la escala infinita del ser, no hay vastos abismos, ni abruptas fisuras que saltar, sino una amalgama de una cosa con otra, una sutil continuidad; de eso su poder de experiencia distintiva crea los ordenamientos, los ámbitos definidos, las gradaciones distintas por las que el alma conoce y posee variadamente sus posibilidades de la existencia mundana. Además, al ser el goce de una u otra índole el objeto total del deseo, esa debe ser la tendencia del mundo del deseo; pero puesto que el alma no está libre en parte alguna –y no puede estarlo cuando se halla sujeta al deseo-, debe existir lo negativo al igual que lo positivo de toda su existencia, este mundo no sólo contiene la posibilidad de goces grandes, intensos o continuos casi inconcebibles para la mente física limitada, sino también la posibilidad de sufrimientos igualmente enormes. Por lo tanto, aquí están situados los cielos más bajos y todos los infiernos con cuya tradición e imaginación la mente humana se sedujo y aterrorizó desde las prístinas edades. En verdad, todas las imaginaciones humanas corresponden a alguna realidad o posibilidad real, aunque en sí mismas sean una representación muy imprecisa o reposen en imágenes demasiados físicas y, por lo tanto, inapropiadas para expresar la verdad de las realidades suprafísicas. (163-164)

RELACIONES DEL PLANO VITAL CON EL MATERIAL
Al ser la Naturaleza una unidad compleja y no una colección de fenómenos irrelacionados, no puede haber un abismo inunible entre la existencia material y este mundo vital o mundo del deseo. Por el contrario, en un sentido puede decirse que existen uno en el otro y son, al menos, interdependientes hasta cierto punto. De hecho, el mundo material es realmente una especie de proyección del mundo vital, una cosa que proyectó y separó de sí a fin de corporizar y satisfacer algunos de sus deseos bajo condiciones distintas que las propias, que son el resultado lógico de sus propios anhelos más materiales. Puede decirse que la vida en la tierra es el resultado de la presión de este mundo vital sobre la existencia material e inconsciente del universo físico. Nuestro propio ser vital manifiesto es asimismo solo un resultado superficial de un ser vital mayor y más profundo que tiene su sede apropiada en el plano vital y a través del cual nos conectamos con el mundo vital. Es más, el mundo vital actúa constantemente sobre nosotros y detrás de todo en la existencia material se alzan los apropiados poderes del mundo (164) vital; hasta los más burdos y elementales tienen detrás de sí poderes vitales elementales, seres elementales por los que se sostienen. Las influencias del mundo vital se proyectan siempre sobre la existencia material y producen allí sus poderes y resultados que retornan nuevamente sobre el mundo vital para modificarlo. Desde allí nuestra parte vital, la parte del deseo es siempre contactada e influenciada; hay también poderes benéficos y maléficos del deseo bueno y del deseo malo que se preocupan por nosotros hasta cuando los ignoramos y nos despreocupamos de ellos. Estos poderes no son meras tendencias, fuerzas inconscientes, ni, excepto en los lindes de la Materia, subconscientes, sino poderes conscientes, seres, influencias vivientes. A medida que despertamos a los planos superiores de nuestra existencia, tomamos conciencia de ellos como amigos o enemigos, poderes que buscan poseer o que pueden dominar, vencer, traspasar y dejar detrás. Es esta posible relación del ser humano con los poderes del mundo vital la que ocupó en tan gran medida al ocultismo europeo, especialmente en la Edad Media, al igual que a ciertas formas de magia y espiritualismo oriental. Las “supersticiones” del pasado –hubo mucha superstición, vale decir, mucha creencia ignorante y distorsionada, falsas explicaciones y torpe enfoque de las leyes del más allá-, tuvieron, sin embargo, detrás de ellas, verdades que una Ciencia futura, liberada de su única preocupación por el mundo material, puede redescubrir. Pues lo supramaterial es tanta realidad como la existencia de seres mentales en el universo material. (165)

¿PORQUÉ NO SOMOS CONSCIENTES DEL PLANO VITAL?
¿Pero entonces por qué no somos normalmente conscientes de tantas cosas que hay detrás de nosotros y que siempre nos presionan? Por la misma razón de que no somos conscientes de la vida interior de nuestro vecino, aunque exista tanto como la nuestra y ejerza constantemente una influencia oculta sobre nosotros, pues una gran parte de nuestros pensamientos y sentimientos nos llegan desde afuera, de nuestros semejantes, tanto de los individuos como de la mente colectiva de la humanidad, y por la misma razón no somos conscientes de la mayor parte de nuestro ser que es subconsciente o subliminal para nuestra mente despierta y siempre influencia y, de un modo oculto, determina nuestra existencia superficial. Esto es porque usamos normalmente, sólo nuestros sentidos corporales y vivimos casi totalmente en el cuerpo, en la vitalidad física y en la mente física, y no es directamente a través de éstos que el mundo vital entra en relaciones con nosotros. Eso se efectúa a través de otras envolturas de nuestro ser –así se las denomina en los Upanishads-, (165) a través de otros cuerpos, como se los llama en una terminología posterior, la envoltura mental o cuerpo sutil en el que vive nuestro verdadero ser mental y la envoltura vital o cuerpo vital que está más íntimamente conectado con la envoltura física o envoltura alimentaria y forma con ésta el cuerpo denso de nuestra existencia compleja. Estos poseen poderes, sentidos y capacidades que siempre actúan secretamente en nosotros, están conectados y chocan con nuestros órganos físicos y los plazos de nuestra vida y mentalidad física. Mediante autodesarrollo podemos tomar conciencia de ellos, poseer nuestra vida en ellos, trascenderlos en la relación consciente con el mundo vital y otros mundos, y usarlos, asimismo, para una experiencia más sutil y un conocimiento más íntimo de las verdades, hechos y sucesos incluso del mundo material mismo. Mediante este autodesarrollo podemos vivir más o menos plenamente en los planos de nuestra existencia distintos del plano material que actualmente es todo para nosotros. (165-166)


--
ELEVACIÓN SOBRE EL FÍSICO HASTA EL VITAL
Por parte de Purusha, esto puede hacerse retrayéndose del yo físico y de su preocupación por la naturaleza física y a través de la concentración del pensamiento y la voluntad, elevándose al yo vital y luego al yo mental. Obrando de esa manera podemos convertirnos en el ser vital y elevar al yo físico hacia esa nueva conciencia, de modo que sólo somos conscientes del cuerpo, de su naturaleza y sus acciones como circunstancias secundarias del alma Vital que ahora somos, usados por ella para sus relaciones con el mundo material. Cierto alejamiento del ser físico y luego superior respecto de él, vivido sentido del cuerpo como mero instrumento o cobertura y fácilmente separable; extraordinaria efectividad de nuestros deseos sobre nuestro ser físico y el medio vital; gran sentido del poder y facilidad en la manipulación y dirección de la energía vital de la cual ahora somos vividamente conscientes, pues su acción la sentimos concreta y sutilmente física en relación con el cuerpo, sensible en una especie de densidad sutil como energía usada por la mente; una conciencia del plano vital que está en nosotros por encima de lo físico y el conocimiento y contacto con los seres del mundo del deseo; la entrada en acción de nuevos poderes, que por lo común se llaman poderes ocultos o siddhis; un íntimo sentido del alma Vital y de simpatía con ésta en el mundo, y un conocimiento o (173) sensación de las emociones, deseos e impulsos vitales de los demás; estos son algunos de los signos de esa nueva conciencia lograda por el Yoga. (173-174)

--
El ser físico está formado por dos elementos, el físico y el vital, el cuerpo que es el instrumento aparente y la base y la energía vital, prána, que es el poder y el instrumento real. Ambos instrumentos son ahora nuestros amos. Estamos sujetos al cuerpo, estamos sujetos a la energía vital; sólo en un grado muy limitado, aunque seamos almas o seres mentales podemos hacernos pasar por sus amos. Estamos atados a una naturaleza física pobre y limitada, consiguientemente estamos atados a un poder vital pobre y limitado que es todo cuanto el cuerpo puede soportar y a lo cual puede dar perspectiva. (236)

--
RETENER LA ENERGÍA PRÁNICA
El primer objeto de la inmovilidad del Asana es desembarazarse de la inquietud impuesta al cuerpo y en forzarlo a retener la energía Pránica en lugar de disiparla y derrocharla. La experiencia en la práctica del Asana no es la de cese y disminución de la energía por inercia, sino de un gran incremento, influjo y circulación de fuerza. El cuerpo, acostumbrado a librar energía superflua mediante el movimiento, al principio es incapaz de soportar este incremento y esta acción interior retenida y la delata mediante violentos temblores; después se habitúa y, una vez conquistado el Asana, entonces descubre en la postura tanta comodidad, aunque originalmente difícil o inusual para él, como en sus más cómodas actitudes sedentarias o yacentes. Se torna crecientemente capaz de retener cualquier cantidad de energía vital incrementada que deba soportar sobre sí sin necesidad de derramarla en el movimiento, y este incremento es tan enorme como para parecer ilimitable, de modo que el cuerpo del Hathayogin perfeccionado es capaz de hazañas de resistencia, fuerza e infatigable gasto de energía de las que serían incapaces los poderes físicos normales del hombre en su máxima expresión. Pues no sólo es capaz de controlar y retener esta energía, sino también de soportar su posesión del sistema físico y de su movimiento más completo a través de ella. La energía vital, ocupando y operando así en un movimiento poderoso y unificado sobre el cuerpo tranquilo y pasivo, liberado del inquieto equilibrio entre el poder continente y el contenido, poseído y usado por él –así como la activa mente inquieta parece captar y usar irregular e imperfectamente cualquier fuerza espiritual que ingrese en él, pero la mente tranquilizada es controlada, poseída y usada por la fuerza espiritual. (238)

OBJETIVOS DEL PRANAYAMA
Pero los objetivos primeros del Pranayama consisten en purificar el sistema nervioso, en hacer circular la energía vital a través de todos los nervios sin obstrucción, desorden ni irregularidad y en adquirir un control completo de sus funciones, de modo que la (239) mente y la voluntad del alma que habita el cuerpo ya no se sujete al cuerpo, a la vida ni a sus limitaciones combinadas (239-240)

MOVIMIENTOS DEL PRANA
La mera función de inhalar y expeler con los pulmones es sólo el movimiento más sensible, externo y apreciable del Prana, la Respiración de la Vida en nuestro sistema físico. El Prana tiene, de acuerdo con la ciencia Yóguica, un movimiento quíntuple que penetra todo el sistema nervioso y todo el cuerpo material, y determina todas sus funciones. El Hathayogin se apodera del movimiento externo de la respiración como una especie de llave que abre para él el control de todos estos cinco poderes del Prana. Se torna sensiblemente consciente de sus operaciones interiores, mentalmente consciente de toda su vida y acción físicas. Es capaz de dirigir el Prana a través de todos los nádis o canales nerviosos de su sistema. Se torna consciente de su acción en los seis cakras o centro ganglionares del sistema nervioso, y es capaz de abrirse en cada uno más allá de su accionar presente, limitado, habitual y mecánico. En síntesis, obtiene un control perfecto de la vida en el cuerpo en sus aspectos nerviosos más sutiles al igual que en sus aspectos físicos más densos, incluso sobre aquello que en él es actualmente involuntario y fuera del alcance de nuestra observadora conciencia y voluntad. De esa manera se funda, como base de los objetivos superiores del Hatha-Yoga un dominio completo del cuerpo y la vida y un uso libre y efectivo de ellos establecido sobre una purificación de su accionar. (240)

--
DE SINTESIS III
Primero tenemos un cuerpo sostenido por la fuerza vital física, por el prana físico que corre a través de todo el sistema nervioso e imprime su sello a toda nuestra acción corpórea, de modo que todo es del carácter de la acción de una vida y no un inerte cuerpo mecánico. El prana y lo físico juntos constituyen el cuerpo denso, sthúla saríra. Este es sólo el instrumento externo, la fuerza vital nerviosa que actúa en la forma corporal con sus órganos físicos densos. Luego está el instrumento interior, antahkarana, la mentalidad consciente. Este instrumento interior es dividido, por el viejo sistema, en cuatro poderes; citta o la conciencia mental básica; manas, o la mente sensoria; buddhi, la inteligencia; ahankára, la idea del ego. La clasificación puede servir como punto de partida, aunque para una practicidad mayor tenemos que efectuar ciertas distinciones ulteriores. Esta mentalidad es penetrada por la fuerza vital, que aquí se convierte en un instrumento para la conciencia psíquica de la vida y la acción psíquica sobre la vida. Cada fibra de la mente sensoria y de la conciencia básica es atravesada por la acción de este prana psíquico, es una mentalidad nerviosa, vital o física. Incluso el buddhi y el ego son avasallados por ella, aunque tienen la capacidad de elevar la mente más allá de la sujeción a esta psicología vital, nerviosa y física.

--
EL VITAL, DE AMO A SERVIDOR
Entonces, el primer paso de la purificación consiste en liberarse del prana del deseo e incidentalmente en invertir el equilibrio ordinario de nuestra naturaleza y convertir al ser vital, de poder fuertemente dominante, en instrumento obediente de una mente libre y desapegada. (55)

--
La fuerza espiritual será capaz de hacer lo que quiera, como lo quiera, en y a través del cuerpo. Será capaz de conducir una acción ilimitada de la mente o, en una etapa superior, de la supermente, sin que el cuerpo traicione la acción por fatiga, incapacidad, ineptitud o falsificación. También será capaz de verter una corriente plena de fuerza vital en el cuerpo y de llevar a cabo una vasta acción y dicha del perfeccionado ser vital sin aquella disputa y disparidad que es la relación de los instintos vitales e impulsos vitales normales con el insuficiente instrumento físico que están obligados a usar. Y también será capaz de llevar a cabo una acción plena del ser psíquico espiritualizado, no falsificado, degradado ni de modo alguno estropeado por los instintos inferiores del cuerpo, y de usar la acción y expresión físicas como connotación libre de la vida psíquica superior. Y en el cuerpo mismo se hará patente una grandeza de fuerza sustentadora, una fortaleza, energía y pujanza abundantes de fuerza emanante y rectora (122) liviandad, velocidad y adaptabilidad del ser nervioso y físico, poder controlador y responsivo en toda la máquina física cuyos resortes principales, hasta los más fuertes y óptimos son incapaces. (120-121-122-123)

--
UTILIZACIÓN DE LA ENERGÍA PRÁNICA
Esta energía no será, en su esencia, una fortaleza externa, física ni muscular, sino de la naturaleza, primero, de un poder vital o fuerza pránica irrestringida, segundo, sosteniendo y usando esta energía pránica, de un poder volitivo superior o supremo que actúa en el cuerpo. El juego de la shakti pránica en el cuerpo o forma es la condición de toda acción, incluso de la acción física más aparentemente inanimada. Es el Prana universal, como lo conocieron los antiguos, que en diversas formas sostiene o maneja la energía material en todos los seres físicos desde el electrón, el átomo y el gas a través del metal, el vegetal, el animal y el hombre físico. Lograr que esta shakti pránica actúe más libre y vigorosamente en el cuerpo es, a sabiendas o no, el intento de todos quienes pugnan por una perfección mayor del cuerpo o en el cuerpo. El hombre común procura regirla mecánicamente con ejercicios físicos y otros medios corporales, y el Hathayogin con mayor alcance y flexibilidad, pero aun mecánicamente mediante el Asana y el Pranayama; pero para nuestros fines puede ser regida con medios más sutiles, esenciales y flexibles; primero, mediante una voluntad en la mente que se abre ampliamente y convoca potentemente a la shakti pránica universal en la que nos recogemos y que fija en el cuerpo su presencia más vigorosa y accionar más potente; segundo, mediante la voluntad en la mente que más bien se abre al espíritu y a su poder y convida de lo alto una energía pránica superior, una fuerza pránica  supramental; tercero, el último paso, mediante la suprema voluntad supramental del espíritu que entra y asume directamente la tarea de la perfección del cuerpo. De hecho, siempre es realmente una voluntad interior que maneja y efectiviza el instrumento pránico incluso cuando usa lo que parece un medio puramente físico; pero al principio depende de la acción inferior. Cuando más nos elevamos, la relación se invierte gradualmente; entonces es capaz de actuar en su propio poder o de manejar el resto sólo como instrumentación subordinada.

La mayoría de los hombres no es consciente de esta fuerza pránica en el cuerpo o no puede distinguirla de la forma más física de la energía que informa y usa como su vehículo. Pero a medida que la conciencia se torna más sutil mediante la práctica del Yoga, (123) podemos llegar a ser conscientes del mar de la shakti pránica que nos rodea, sentirlo con la conciencia mental, concretamente con un sentido mental, ver sus cursos y movimientos, y dirigir y actuar sobre él inmediatamente a través de la voluntad. Pero hasta que lleguemos, de esa manera, a ser conscientes de él, tenemos que poseer un accionar o, al menos, una fe experimental en su presencia y en el poder de la voluntad para desarrollar un mandato mayor y usar esta fuerza pránica. Es necesaria una fe, sraddhá, en el poder de la mente para ubicar su voluntad en el estado y acción del cuerpo, como el que tienen quienes curan enfermedades mediante la fe, la voluntad o la acción mental; pero debemos buscar este control no sólo para este o cualquier otro uso limitado, sino generalmente como poder legítimo del instrumento interior y mayor sobre el instrumento exterior y menor. Esta fe es combatida por nuestros hábitos mentales pasados, por nuestra real experiencia normal de su comparativo desamparo en nuestro actual sistema imperfecto y por una creencia opuesta en el cuerpo y la conciencia física. Pues aquellos también tienen un sraddhá propio que se opone a la idea en la mente cuando buscan imponer en el sistema la ley de una perfección superior pero aún inalcanzada. Pero a medida que persistimos y descubrimos este poder que da evidencia de sí a nuestra experiencia, la fe en la mente será capaz de fundamentarse más firmemente y de crecer con vigor y la fe opuesta, en el cuerpo cambiará, admitirá lo que primero negara y no sólo aceptará en sus hábitos el nuevo yugo sino que también reclamará esta acción superior. Finalmente comprenderemos la verdad de que este ser que somos es o puede llegar a ser cuanto tenga la fe o voluntad de ser –pues la fe es sólo una voluntad que apunta hacia una verdad mayor-, y dejaremos de limitar nuestra posibilidad o de negar la omnipontencia potencial del Yo en nosotros, del Poder divino que trabaja a través del instrumento humano. Sin embargo, al menos como fuerza práctica, eso se produce en una etapa posterior de elevada perfección. (123-124)

--
PODER Y PRANA DE LA SHAKTI EN NOSOTROS
En nuestro ser activo esto se traduce en un reemplazo de nuestra voluntad y energía egoístas, personales y separativamente individuales por una voluntad y energía universales y divinas que determinan nuestra acción en armonía con la acción universal y se revelan como voluntad directa y poder omniguiante del Purushottama. Reemplazamos la acción inferior de la voluntad y energía (143) personales, limitadas, ignorantes e imperfectas en nosotros por la acción de la Shakti divina. Siempre nos resulta posible franquearnos a la energía universal, porque aquella nos rodea totalmente y siempre fluye dentro de nosotros, es la que sostiene y suministra toda nuestra acción interior y exterior y, de hecho, carecemos de poder propio en cualquier sentido separativamente individual y sólo tenemos una formulación personal de la Shakti única. Y, por otra parte, esta Shakti universal está dentro de nosotros, concentrada en nosotros, pues la totalidad de su poder está presente en cada individuo al igual que en el universo, y hay medios y procesos por los cuales podemos despertar su fuerza mayor y potencialmente infinita y liberarla en pos de su accionar mayor.

Podemos llegar a ser conscientes de la existencia y presencia de la Shakti universal en las variadas formas de su poder. Por ahora somos sólo conscientes del poder tal como se formula en nuestra mente física, en nuestro ser nervioso y en nuestra caja corporal que sostiene nuestras variadas actividades. Pero si podemos trasponer de una vez esta primera formación mediante alguna liberación de las partes ocultas, recónditas y subliminales de nuestra existencia mediante el Yoga, llegamos a ser conscientes de una fuerza vital mayor, de una Shakti Pránica, que sostiene y llena al cuerpo y suministra todas las actividades físicas y vitales –pues la energía física es sólo una forma modificada de esta fuerza-, y suministra y sostiene también, desde abajo, toda nuestra acción mental. También sentimos esta fuerza en nosotros, pero la sentimos asimismo en torno de nosotros y por encima de nosotros, una con la misma energía en nosotros, y podemos hacerla entrar y descender para agrandar nuestra acción normal o convocarla y lograr que se vuelque en nosotros. Se trata de un ilimitable océano de Shakti y volcará tanto de sí como podamos retener en nuestro ser. Podemos usar esta fuerza pránica para cualquier actividad de la vida, del cuerpo o de la mente con un poder mayor y efectivo que cualquiera que gobernemos en nuestras actuales operaciones, limitadas como están por la fórmula física. El uso de este poder pránico nos libera de aquella limitación dentro del alcance de nuestra capacidad para usarlo en lugar de la energía ligada al cuerpo. Puede usarse tanto para dirigir el prana como para manejar más potentemente o rectificar cualquier estado o acción corporal, para curar la enfermedad o liquidar la fatiga, al liberar una enorme cantidad de ejercicio mental y del juego de la voluntad o el conocimiento. Los ejercicios de Pranayama son los medios mecánicos familiares de (144) liberación y obtención de control de la energía pránica. También elevan y liberan las energías psíquicas, mentales y espirituales que ordinariamente dependen, para su oportunidad de acción de la fuerza pránica. Pero lo mismo puede efectuarse mediante la voluntad y práctica mental o mediante una creciente apertura de nosotros mismos hacia un poder superior de la Shakti. La Shakti pránica puede ser dirigida no sólo sobre nosotros, sino también efectivamente hacia los demás o sobre las cosas o sucesos para cualquier finalidad que dicte la voluntad. Su efectividad es inmensa, en sí misma ilimitable, y sólo limitada por el defecto de poder, pureza y universalidad de la voluntad espiritual o de otra índoles referido a ella; pero por más grande y potente que sea, es una formulación inferior, un eslabón entre la mente y el cuerpo, una fuerza instrumental. En ella hay una conciencia, una presencia del espíritu, de la que somos conscientes, pero está encasillada, involucionada y preocupada por la urgencia de la acción. No es a esta acción de la Shakti a la que podemos dejar todo el peso de nuestras actividades; tenemos que usar sus ayudas mediante nuestra iluminada voluntad personal o requerir una guía superior; pues de por sí actuará con fuerza mayor, pero de acuerdo con nuestra naturaleza imperfecta y principalmente mediante el impulso y dirección del poder vital que está en nosotros y no de acuerdo con la ley de la existencia espiritual suprema. (144-145)

FORMULACIÓN SUPERIOR DE LA SHAKTI
El poder ordinario por el cual gobernamos la energía pránica es el de la mente corporizada. Pero cuando nos liberamos por encima de la mente física, podemos ir también por encima de la fuerza pránica hacia la conciencia de una energía mental pura que es una formulación superior de la Shakti. Allí somos conscientes de una conciencia mental universal íntimamente asociada a esta energía en nosotros, en torno de nosotros y por encima de nosotros –por encima, vale decir, del nivel de nuestro estado mental ordinario-, dando toda la sustancia y modelando todas las formas de nuestra voluntad y conocimiento y del elemento psíquico en nuestros impulsos y emociones. Puede hacerse que esta fuerza mental actúe sobre la energía pránica y que pueda imponer sobre ella la influencia, color, forma, carácter, dirección de nuestras ideas, de nuestro conocimiento, de nuestra volición más iluminada y, de esa manera, poner nuestra vida y ser vital en armonía con nuestros poderes superiores del ser, ideales y aspiraciones espirituales. En nuestro estado ordinario, estos dos, el ser mental y el pránico y las energías, están muy mezclados y se entrechocan, y no somos (145) capaces de distinguirlos claramente ni de controlar plenamente a uno u otro de ese modo controlar efectivamente el principio inferior por medio del principio superior y más comprensible. Pero cuando nos ubicamos por encima de la mente física, entonces somos capaces de separar claramente las dos formas de la energía, los dos niveles de nuestro ser, de desenmarañar su acción y de actuar con un autoconocimiento más claro y potente y un poder volitivo iluminado y más puro. No obstante, el control no es completo, espontáneo y soberano mientras trabajamos con la mente como guía principal y fuerza controladora. Descubrimos que la energía mental es derivada, un poder inferior y limitativo del espíritu consciente que sólo actúa mediante visiones aisladas y combinadas, imperfectas e incompletas semiluces que confundimos con luz plena y adecuada, y con una disparidad entre la idea, el conocimiento y el efectivo poder volitivo. Y pronto somos conscientes de un poder muy superior del Espíritu y de su Shakti oculta o en lo alto, superconsciente para la mente y que actúa parcialmente a través de la mente del cual todo esto es una derivación inferior. (145-146)

PURUSHA Y PRAKRITI ENVUELTOS
En el nivel mental y en el resto de nuestro ser, Purusha y Prakriti están estrechamente juntos y envueltos uno en otro y no somos capaces de distinguir claramente al alma y a la naturaleza. Mas en la sustancia más pura de la mente podemos discernir más fácilmente esa tensión dual. Como hemos visto, el Purusha mental, según su propio principio mental innato, es capaz de separarse del accionar de su Prakriti y entonces hay una división de nuestro ser entre una conciencia que observa y puede reservar su poder volitivo y una energía plena de la sustancia de la conciencia que toma las formas del conocimiento, la voluntad y el sentimiento. Este desapego da, a lo sumo, cierta libertad con respecto a la compulsión del alma por parte de su naturaleza mental. Pues ordinariamente somos manejados y llevados por la corriente de nuestra energía y de la energía universal activa, en parte chapoteando en sus olas, en parte manteniéndonos y pareciendo guiarnos o, al menos impulsarnos mediante un recogido pensamiento y esfuerzo del músculo volitivo mental; pero ahora hay una parte de nosotros mismos, muy próxima a la pura esencia del yo, que está libre de la corriente, puede observar tranquilamente y, hasta cierto punto, decidir su movimiento y curso inmediatos y, en mayor medida, su dirección última. Al fin, Purusha puede actuar sobre Prakriti desde el medio, desde atrás o desde arriba de ella como persona o presencia (146) que preside, adhyaksa, mediante el poder sancionador y controlador inherente al espíritu. (146-147)

ISHWARA Y PURUSHA
Pues en la mente todo deriva de la supermente y todo es una versión mental limitada, inferior, vacilante, parcial o perversa de algo existente en la supermente. Pero ninguno de estos movimientos puede ser ejecutado exitosamente mediante el único e inauxiliado poder individual del Purusha mental que está en nosotros, sino que necesita la ayuda, intervención y guía del Yo divino, del Ishwara, del Purushottama. Pues la supermente es la mente divina y es sobre el plano supramental (147) que el individuo arriba a su relación correcta, integral, luminosa y perfecta con el Purusha supremo y universal y la Para-Prakriti suprema y universal. (147-148)

SHAKTI ASUME NUESTRAS ACTIVIDADES
Para alcanzar esta perfección tenemos que tomar conciencia de la Shakti divina, atraerla hacia nosotros y hacerla entrar a llenar todo el sistema y asumir el cargo de nuestras actividades. Entonces no habrá voluntad personal separada ni energía individual que traten de conducir nuestras acciones, ni sentido de un pequeño yo personal como el hacedor, ni existirá la energía inferior de los tres gunas de la naturaleza mental, vital y física. La divina Shakti nos llenará presidirá y asumirá todas nuestras actividades interiores, nuestra vida externa, nuestro Yoga. Asumirá la energía mental, su propia formación inferior y la elevará hacia sus poderes más elevados, puros y plenos de la inteligencia, voluntad y acción física. Ella cambiará las energías mecánicas de la mente, la vida y el cuerpo, que nos gobiernan, en manifestaciones rebosantes de deleite de su propia vida, poder consciente y presencia. Ella manifestará en nosotros y relacionará una con otra las diversas experiencias espirituales de las que la mente es capaz. Y como culminación de este proceso hará descender la luz supramental en los niveles mentales, cambiar la materia de la mente en materia de la supermente, transformar todas las energías inferiores en energías de su naturaleza supramental y elevarnos en nuestro ser gnóstico. La Shakti se revelará como los poderes del Purushottama, y es el Ishwara quien se manifestará en su fuerza de la supermente y espíritu, y será el amo de nuestro ser, acción, vida y Yoga. (149)


Capítulo XVII - LA ACCIÓN DE LA DIVINA SHAKTI

SHAKTI ES LA ORIGINADORA DE LA ACCIÓN
Asimismo, la regla correcta  consiste en ver que no somos los originadores de la acción sino que ésta es más bien este Poder que actúa en nosotros y en todos los demás, que ni yo ni los demás somos los hacedores sino la Prakriti única. El sentido del ego sirve para limitar, separar y diferenciar agudamente, para hacer lo más de la forma individual y está allí porque es indispensable para la evolución de la vida inferior. Pero si nos elevamos hacia lo alto en procura de una vida divina superior debemos debilitar la fuerza del ego y eventualmente desembarazarnos de ella, así como para la vida inferior es  indispensable el desarrollo del ego, de igual modo para la vida superior es indispensable este movimiento inverso de eliminación del ego. Ver nuestras acciones no como propias sino como las de la Shakti divina que trabaja en la forma de la Prakriti inferior sobre los niveles inferiores del ser consciente, ayuda potentemente a este cambio. Y si podemos hacer esto, entonces la separación de nuestra conciencia mental, vital y física con respecto a la de los demás seres se afina y disminuye; quedan las limitaciones de su accionar, pero se amplían y asumen en un sentido y visión vastos (150) del accionar universal; las diferenciaciones especializadoras e individualizadoras de la Naturaleza moran para sus propios fines pero ya no están prisioneras. El individuo siente que su mente, vida y existencia física son una con la de los demás en medio de todas las diferencias y una con el poder total del espíritu en la Naturaleza.
Sin embargo, ésta es una etapa y no la perfección total. La existencia, por más vasta y libre que sea comparativamente, está aun sujeta a la naturaleza inferior. El ego sáttwico, rajásico y tamásico es disminuido pero no eliminado; o si parece desaparecer, sólo hundió nuestras partes activas en la operación universal de los gunas, permanece involucionado en ellos y trabaja todavía de un modo encubierto y subconsciente y puede forzarse a surgir en cualquier tiempo. Por lo tanto, el sadhaka ha de retener la idea y lograr la captación de un único yo o espíritu en todos detrás de todo este accionar. Detrás de Prakriti debe tomar conciencia del Purusha único, supremo y universal. Debe ver y sentir que no sólo todo es la autoformación de la única Fuerza, Prakriti o Naturaleza, sino que todas sus acciones son las de la Divinidad en todo, de la Deidad única en todo, aunque velada, alterada o como si estuviese pervertida –pues la perversión se produce por una conversión en formas inferiores-, por la transmisión a través del ego y de los gunas. Esto disminuirá más adelante la insistencia abierta o encubierta del ego y, si se lo capta íntegramente, le dificultará o imposibilitará afirmarse de ese modo como para perturbar u obstaculizar el progreso ulterior. El sentido del ego, mientras interfiera, se convertirá en un elemento extraño e intruso y en sólo una franja neblinosa de la vieja ignorancia que pende sobre los contornos de la conciencia y su acción. Y, en segundo lugar, la Shakti universal debe ser comprendida, debe verse, sentirse y llevarse en la potente pureza de su acción superior, de su accionar supramental y espiritual. Esta visión mayor de la Shakti nos capacitará para escapar del control de los gunas, para convertirlos en sus equivalentes divinos y morar en una conciencia en la que Purusha y Prakriti son uno solo y no separados ni ocultos en o detrás uno del otro. La Shakti resultará evidente para nosotros en todo movimiento y se la sentirá natural, espontánea e irresistiblemente como nada más que la presencia activa de la divinidad, la forma del poder y del Yo y Espíritu supremos. (150-151)

--
DESPERTAR DEL CUERPO VITAL
En su descenso en el ser físico, la supermente despierta, si no derpertó ya por el anterior sadhana-yóguico, la conciencía -velada u oscura en la mayoría de nosotros-, que allí sostiene y forma la envoltura vital, el prána kosa. Una vez que ésta despertó, ya no vivimos sólo en el cuerpo físico, sino también en un cuerpo vital que penetra y envuelve al cuerpo físico y es sensible a los impactos de otra clase, al juego de las fuerzas vitales que nos rodean y que nos llegan desde el universo o desde particulares personas o vidas grupales, o desde cosas o planos vitales y mundos que están detrás del universo material. Estos impactos incluso los sentimos ahora y en ciertos contactos y afectaciones, pero de ningún modo (o en muy escasa proporción) en su origen y arribo. Una conciencia despierta en el cuerpo pránico los siente inmediatamente, es consciente de una fuerza vital penetrante que difiere de la energía física, y puede acudir a ella para aumentar la fuerza vital y sostener las energías físicas, puede tratar directamente los fenómenos y causas de salud y enfermedad por medio de este influjo vital o dirigiendo las corrientes pránicas, puede ser consciente de la atósfera vital y vital-emocional de los demás y tratar sus intercambios, junto con una gran cantidad de otros fenómenos : que no se sienten o son oscuros para nuestra conciencia externa pero que aquí se tornan conscientes y (250) sensibles. Es agudamente consciente del alma vital y del cuerpo vital en nosotros y en los demás. La supermente asume esta conciencia vital y sentido vital, los pone en su fundamento correcto y los transforma, revelando aquí la fuerza vital como el poder mismo del espíritu dinamizado para una operación cercana y directa sobre y a través de la materia sutil y burda y para la formación y acción en el universo material.

El primer resultado consiste en que se abaten las limitaciones de nuestro ser vital individual y ya no vivimos con una fuerza vital personal, o no lo hacemos con ella ordinariamente, sino en y por la energía vital universal. Es todo el Prana universal que conscientemente fluye dentro y a través de nosotros, mantiene allí un constante torbellino dinámico, un inseparado centro de su poder, una vibrante estación de almacenamiento y comunicación, la llena constantemente con sus fuerzas y las vuelca activamente sobre el mundo que nos rodea. Además, esta energía vital no la sentimos meramente como océano vital y sus corrientes, sino como medio, forma, cuerpo y emanación vitales de una Shakti universal, consciente, y esa Shakti consciente se revela como Shit Shakti de la Divinidad, Energía del Yo y Purusha trascendente y universal del cual -ó más bien de quien- nuestra individualidad universalizada se convierte en instrumento y canal. Como resultado nos sentimos uno solo en la vida con todos los demás y uno solo con la vida de toda la Naturaleza y de todas las cosas del universo. Hay una comunicación libre y consciente de la energía vital que trabaja en nosotros con la misma energía que trabaja en los demás. Somos conscientes de su vida como si fuese la nuestra o, al menos, del toque y presión y movimientos comunicados de nuestro ser vital sobre ellos y de ellos sobre nosotros. (250-251)

--
TOMADO DE LA VIDA DIVINA, I

Esto no sólo es probable sino que, si consideramos las cosas desapasionadamente, es cierto. En nosotros mismos existe esa conciencia vital que actúa en las células del cuerpo y en las funciones vitales automáticas de modo que vivimos a través de movimientos plenos de propósito y obedecemos atracciones y repulsiones a las que nuestra mente es extraña. En los animales, esta conciencia vital es incluso un factor más importante. En las plantas es intuitivamente evidente. Las búsquedas y contracciones de la planta, su placer y dolor, su sueño y vigilia, y toda esa extraña vida cuya verdad trajo a la luz un científico de la India, con métodos rigurosamente científicos, son todos movimientos de la conciencia pero, por lo que hasta ahora conocemos, no de la mentalidad. Existe entonces una submental, una vital conciencia, que tiene precisamente las mismas reacciones iniciales que la mental, pero es diferente en la constitución de su auto-experiencia, así como lo que es superconsciente es, en la constitución de su auto-experiencia, diferente del ser mental.


Necesariamente, con ese criterio, la palabra conciencia cambia de significado. Ya no es sinónimo de mentalidad sino que indica una auto-consciente fuerza de la existencia de la que la mentalidad es término medio; debajo de la mentalidad se hunde en los movimientos vitales y materiales que para nosotros son subconscientes; arriba, se eleva en lo supramental que para nosotros es lo superconsciente. Pero en todo está la única y misma cosa organizándose diferentemente. Esta es, una vez más, la concepción india de Chit que, como energía, crea los mundos. Esencialmente, llegamos a esa unidad que la ciencia materialista percibe desde el otro extremo cuando asevera que la Mente no puede ser otra fuerza que la Materia, pero debe ser meramente desarrollo y resultado de la energía material.


Pues la conciencia implica algún tipo de inteligencia, intencionalidad, auto-conocimiento, incluso aunque no tomen las formas habituales para nuestra mentalidad. Incluso desde este punto de vista todo apoya más bien que contradice la idea de una universal Fuerza consciente. Vemos, por ejemplo, en el animal, operaciones de una intencionalidad perfecta y de un conocimiento exacto, científicamente minucioso, que están mucho más allá de las capacidades de la mentalidad animal y que el hombre mismo sólo puede adquirir mediante una prolongada educación y aun entonces las usa con mucha menor rapidez y seguridad. Estamos facultados a ver en este hecho general la prueba de una Fuerza consciente que trabaja en el animal y el insecto que es más inteligente, más intencionada, más conocedora de su propósito, sus finalidades, sus medios y sus condiciones, que la suprema mentalidad manifestada en cualquier forma individual sobre la tierra. Y en las operaciones de la Naturaleza inanimada hallamos la misma característica plena de una suprema inteligencia oculta, “oculta en las modalidades de sus propias obras”.


Para el resto es imposible ignorar el camino del propósito del juego, la dirección de la aparente tendencia ciega, la segura llegada eventual o inmediata al objetivo buscado, que caracterizan a las operaciones del Mundo-Fuerza en el animal, en la planta, en las cosas inanimadas. En la medida en que la Materia fue el Alfa y la Omega para la mente científica, la repugnancia a admitir a la inteligencia como la madre de la inteligencia fue un honesto escrúpulo. Pero ahora esto no es más que una gastada paradoja para afirmar el emerger de la conciencia humana, la inteligencia y el dominio de una ininteligente y ciegamente conductora inconciencia en la que no existieron previamente ni forma ni sustancia de ellas. La conciencia del hombre no puede ser nada más que una forma de la conciencia de la Naturaleza. Está allí en otras envueltas formas debajo de la Mente, emerge en la Mente, ascenderá aun a formas superiores más allá de la Mente. Pues la Fuerza que construye los mundos es una Fuerza consciente, la Existencia que se manifiesta en ellos es el Ser consciente y un emerger perfecto de sus potencialidades en la forma es el único objeto que racionalmente podemos concebir para su manifestación de este mundo de las formas

---
No está atado a apenarse por la derrota, la desgracia y la pérdida; puede encontrar estas cosas y todas las cosas con una perfecta indiferencia, incluso las puede hallar con una perfecta alegría. Por lo tanto, el hombre descubre que cuando más rehúsa ser dominado por sus nervios y cuerpo, cuando más se aparta de su implicación en sus partes físicas y vitales, mayor es su libertad. Se convierte en dueño de sus propias respuestas a los contactos del mundo, ya no es esclavo de los contactos externos.

---
Esta mentalidad corpórea es meramente nuestra superficie de la mente, meramente el frente que se presenta a la experiencia física. Detrás, incluso en nuestro ser terrestre, hay esta otra mente (vital), subconsciente o subliminal para nosotros, que se conoce a sí misma tanto más que al cuerpo y es capaz de una acción menos materializada. A ésta le debemos inmediatamente la mayor parte de la más grande, profunda y potente acción dinámica de nuestra mente superficial; ésta, cuando tomamos conciencia de ella o de su impresión en nosotros, es nuestra idea primera o nuestra primera comprensión de un alma o ser interior, Purusha .

---
En el mundo material que habitamos la Mente está envuelta y subconsciente en la Vida, así como la Supermente está envuelta y subconsciente en la Mente, y este instinto Vital con una envuelta Mente subconsciente está, a su vez, envuelto en la Materia.

---
No sólo eso sino que, según el lenguaje del Upanishad, la fuerza-vital es el alimento del cuerpo y el cuerpo el alimento de la fuerza-vital; en otras palabras, la energía vital en nosotros suministra el material por el que la forma se construye y constantemente se mantiene y se renueva, y al mismo tiempo usa constantemente la forma sustancial de sí misma que de esa forma crea y mantiene en la existencia. Si el equilibrio entre estas dos operaciones es imperfecto o está perturbado, o si el ordenado juego de las diferentes corrientes de fuerza-vital es arrancado de su engranaje, entonces se presentan la enfermedad y la decadencia, y comienza el proceso de desintegración. Y la lucha misma por el dominio consciente e incluso el crecimiento de la mente hace más difícil el mantenimiento de la vida. Pues hay una creciente demanda de energía-vital en la forma, una demanda que radica en el exceso del sistema original de suministro y perturba el equilibrio original de oferta y demanda, y antes que pueda establecerse un nuevo equilibrio, se presentan múltiples desórdenes hostiles a la armonía y a la prolongación del mantenimiento de la vida; además, el intento de dominio crea siempre una reacción correspondiente al entorno, que está lleno de fuerzas que también desean realizarse y, por lo tanto, son intolerantes, se alzan y atacan a la existencia que procura dominarlas. Allí también se altera un equilibrio, se genera una lucha más intensa; aunque fuerte la vida dominante, a no ser que sea ilimitada o logre establecer una nueva armonía con su entorno, no puede siempre resistir y triunfar, pues debe un día ser vencida y desintegrada.

---
En la mente consciente lo que todavía era sólo hambre vital en la vida subconsciente, se transforma en formas superiores; el hambre en las partes vitales se convierte en anhelo de Deseo en la vida mentalizada, en tensión de la Voluntad en la vida intelectual o pensante. Este movimiento del deseo debe continuar hasta que el individuo haya crecido lo suficiente como para que pueda, al fin, ser dueño de sí mismo y, mediante creciente unión con el Infinito, poseedor de su universo. El Deseo es la palanca mediante la cual el divino principio-Vital, efectúa su objetivo de autoafirmación en el universo y el intento de extinguirlo en pro de la inercia es una negación del divino principio-Vital, un Querer-no-ser que necesariamente es ignorancia; pues uno no puede dejar de ser individualmente excepto para ser infinitamente. El Deseo también solo puede cesar correctamente, convirtiéndose en deseo del infinito y satisfaciéndose con un logro celestial y una satisfacción infinita en la omni-poseedora bienaventuranza del Infinito. Mientras tanto ha de progresar desde el tipo de una mutuamente devoradora hambre hacia el tipo de donante mutuo, de crecientemente jubiloso sacrificio de intercambio; -(el individuo se brinda a los otros individuos y los recibe en intercambio; el inferior se entrega al superior y el superior al inferior de modo que se realicen uno en el otro; lo humano se entrega a lo Divino y lo Divino a lo humano; el Todo en el individuo se entrega al todo en el universo y recibe su realizada universalidad como una recompensa divina)--. Así la ley del Hambre debe dar lugar progresivamente a la ley del Amor; la ley de la División a la ley de la Unidad; la ley de la Muerte a la ley de la Inmortalidad. Esa es la necesidad, esa es la justificación, esa la culminación y auto-realización del Deseo que está actuando en el universo.

----
Cuando la Vida alcanza su segundo estado, el que reconocemos como vitalidad, toma la delantera el fenómeno contrario y la base física del ego vital es obligada a consentir la disolución. Sus componentes son disgregados de modo que los elementos de una vida pueden usarse para entrar en la formación elemental de otras vidas. La extensión en la cual reina esta ley en la Naturaleza no ha sido aún plenamente reconocida y ciertamente no puede serlo hasta que tengamos una ciencia de la vida mental y de la existencia espiritual tan sólida como nuestra actual ciencia de la vida física y de la existencia de la Materia. Con todo podemos ver ampliamente que no sólo los elementos de nuestro cuerpo físico, sino también los de nuestro más sutil ser vital, de nuestra energía-vital, de nuestro deseo-energía, de nuestros poderes, anhelos y pasiones, entran durante nuestra vida y después de nuestra muerte en la existencia-vital de los demás. Un antiguo conocimiento oculto nos dice que tenemos tanto una estructura vital como física y ésta también es disuelta tras la muerte y se presta para la constitución de otros cuerpos vitales; nuestras energías vitales, mientras vivimos, se mezclan continuamente con las energías de otros seres. Una ley parecida gobierna las relaciones mutuas de nuestra vida mental con la vida mental de otras criaturas pensantes. Hay una constante disolución y dispersión, y una reconstrucción efectuada por el choque de mente sobre mente con un constante intercambio y fusión de elementos. Intercambio, entremezcla y fusión de ser con ser, es el proceso mismo de la vida, una ley de su existencia

----
Esta solución ha de buscarla la mente, más no la mente sola; ha de ser una solución en la Vida, en el acto de ser al igual que en la conciencia de ser. La Conciencia como Fuerza ha creado el movimiento-del-mundo y sus problemas; la Conciencia como Fuerza ha de resolver los problemas que ha creado y llevar el movimiento-del-mundo a la inevitable realización de su sentido secreto y de su Verdad evolutiva. Más esta Vida ha tomado sucesivamente tres apariencias. La primera es material, —(una conciencia sumergida está oculta en su superficial acción expresiva y formas representativas de la fuerza; pues la conciencia misma desaparece de la vista en el acto y se pierde en la forma)--. La segunda es vital, —una emergente conciencia que es semi-aparente como poder de la vida y proceso del crecimiento, de la actividad y de la decadencia de la forma, que está semi-liberada de su prisión original, que ha llegado a ser vibrante en el poder, como vital anhelo y satisfacción o repulsión, pero al principio no totalmente y luego sólo imperfectamente vibrante en la luz como conocimiento de su propia auto-existencia y de su entorno)-. La tercera es mental, —una conciencia emergida refleja el hecho de la vida como sentido mental y sensible percepción e idea, mientras que como una nueva idea procura llegar a ser un hecho de la vida, modifica lo interno y trata de modificar satisfactoriamente la existencia externa del ser)

---
De los datos que ahora tenemos ante nosotros podemos ver que las dificultades que surgen del imperfecto equilibrio de la Conciencia y la Fuerza en el hombre en su actual estado de la mente y la vida, son principalmente tres. Primera, es consciente sólo de una pequeña parte de su ser; su mentalidad superficial, su vida superficial, su físico ser superficial es todo cuanto conoce y de esto no conoce todo; debajo está la oculta agitación de su subconsciente y su subliminal mente, de sus impulsos-vitales subconscientes y subliminales, de su corporeidad subconsciente, toda esa gran parte de él que no conoce ni puede gobernar, sino que más bien le conoce y le gobierna a él. Pues, al ser la existencia, la conciencia y la fuerza una sola cosa, sólo podemos tener algún poder real sobre una parte apreciable de nuestra existencia si nos identificamos con ella mediante auto-conocimiento; el resto, debe ser gobernado por su propia conciencia que es subliminal para nuestra mente, vida y cuerpo superficiales. Y con todo, al ser ambos un solo movimiento y no dos movimientos separados, la mayor y más potente parte de nosotros debe gobernar y determinar en la masa a la más pequeña y menos poderosa; por lo tanto estamos gobernados por el subconsciente y el subliminal incluso en nuestra existencia consciente, y en nuestro auto-dominio y auto-dirección sólo somos instrumentos de lo que nos parece el Inconsciente dentro de nosotros.

---
La tercera dificultad es la división entre la fuerza y la conciencia en la existencia evolutiva. Primero existe la división que ha sido creada por la evolución misma en sus tres sucesivas formaciones de Materia, Vida y Mente, cada una con su propia ley de actividad. La Vida está en guerra con el cuerpo; trata de forzarlo a satisfacer los deseos, impulsos, satisfacciones y demandas vitales desde su limitada capacidad, que sólo podrían ser posibles para un cuerpo inmortal y divino; y el cuerpo, esclavizado y tiranizado, sufre y está en constante muda revuelta contra las demandas que le plantea la Vida. La Mente está en guerra con ambos: a veces ayuda a la Vida contra el Cuerpo, otras restringe la urgencia vital y procura proteger la estructura corporal de los deseos, pasiones y desbordadas energías vitales; también busca poseer la Vida y volcar su energía hacia los fines de la mente, hacia los máximos deleites de la propia actividad mental, hacia la satisfacción de objetivos mentales, estéticos y emocionales, y hacia su realización en la existencia humana; y la Vida también se halla esclavizada, equivocadamente empleada y en frecuente insurrección contra el ignorante tirano semi-sabio asentado sobre ella.

---
La capacidad del cuerpo es menor que la capacidad del alma instintiva o ser consciente, el físico Purusha dentro de ella; la capacidad de la fuerza vital es menor que la capacidad del alma impulsiva, el consciente ser vital o Purusha dentro de ella; la capacidad de la energía mental es menor que la capacidad del alma intelectual y emocional, el Purusha mental dentro de ella. Pues el alma es la conciencia interior que aspira a su completa auto-realización y, por lo tanto, siempre excede la formación individual del momento

--
De modo que también tenemos dos vidas: una externa, envuelta en el cuerpo físico, ligada por su pasada evolución en la Materia, que vive, nació y morirá; la otra, una fuerza subliminal de vida que no está encajonada entre los estrechos límites de nuestro nacimiento y muerte físicos, sino que es nuestro verdadero ser vital detrás de la forma de vida que ignorantemente tomamos por nuestra existencia real. Incluso en lo que atañe a nuestro ser existe esta dualidad; pues detrás de nuestro cuerpo tenemos una más sutil existencia material que provee la sustancia no sólo de nuestra envoltura física sino también de la vital y mental y por lo tanto nuestra sustancia real está sosteniendo esta forma física a la que erróneamente imaginamos como cuerpo integro de nuestro espíritu. Asimismo tenemos en nosotros una doble entidad psíquica, el alma-del-deseo superficial que trabaja en nuestros anhelos vitales, nuestras emociones, facultad estética y búsqueda mental del poder, conocimiento y felicidad, y una subliminal entidad psíquica, un puro poder de luz, amor, dicha y refinada esencia del ser que es nuestra verdadera alma detrás de la forma externa de existencia psíquica, que tan a menudo dignificamos con el nombre.

--
Podemos hablar de una sustancia de la mente porque llegamos a ser conscientes de un medio más sutil en el que las formas surgen y la acción tiene lugar; podemos hablar también de una sustancia de pura energía-vital dinámica diferente de las más sutiles formas de la sustancia material y sus corrientes-de-fuerza físicamente sensibles

---
En el grado siguiente de la sustancia el hecho inicial, dominante y determinante ya no es la fuerza y la forma de la sustancia sino la vida y el deseo consciente. Por lo tanto, el Mundo más allá de este plano material debe ser un mundo basado en una consciente Energía vital cósmica, una fuerza de búsqueda vital y una fuerza de Deseo y su auto-expresión, y no en una voluntad inconsciente o subconsciente que toma la forma de una energía y una fuerza material. Todas las formas, cuerpos, fuerzas, movimientos-vitales, movimientos-sensorios, movimientos-del-pensamiento, desarrollos, culminaciones, auto-realizaciones de ese Mundo deben ser dominados y determinados por este hecho inicial de la Vida-Consciente al que la Materia y la Mente deben someterse, deben partir desde él, basarse ambas en él, limitarse o agrandarse según sus leyes, poderes, capacidades, limitaciones; y si la Mente procura desarrollar todavía posibilidades superiores, aún debe tener en cuenta la fórmula vital original de la fuerza-deseo, su finalidad y su exigencia en cuanto a la manifestación divina

TOMADO DE LA VIDA DIVINA, TOMO II
Pero el hombre tiene también una mente vital, una mentalidad vital que es instrumento del deseo; no se satisface con lo real, es negociadora de posibilidades; se apasiona por la novedad y siempre busca extender los límites de la experiencia para la satisfacción del deseo, para el disfrute, para una ampliada auto-afirmación y agrandamiento de su campo de poder y provecho. Desea, disfruta, posee los realidades, pero también anda a la caza de posibilidades irrealizadas, anhela materializarlas, poseerlas y también disfrutarlas. No se satisface solamente con lo físico y lo objetivo, sino que también busca una satisfacción y placer subjetivos, imaginativos, puramente emocionales.

Pero hay también una acción distorsionadora que oscurece y desfigura también este auto-conocimiento limitado; nuestro criterio-del-yo está viciado por el constante impacto e intrusión de nuestro exterior yo-vital, nuestro ser vital, que siempre busca hacer de la mente pensante su herramienta y sierva: pues nuestro ser vital no se preocupa del auto-conocimiento sino de la auto-afirmación, deseo, ego. Por lo tanto, está actuando constantemente sobre la mente para construir para él una estructura mental del yo aparente que sirva a estos fines; nuestra mente es persuadida para que presente ante nosotros y los demás una representativa figura parcialmente ficticia de nosotros mismos, que sostenga nuestra auto-afirmación, justifique nuestros deseos y acciones, nutra nuestro ego. Esta intervención vital no está siempre, por cierto, en la dirección de la auto-justificación y afirmación; a veces se vuelve hacia la auto-depreciación y una mórbida y exagerada auto-critica: pero esto también es una ego-estructura, un egoísmo inverso o negativo, un equilibrio o actitud del ego vital. Pues en este ego vital hay frecuentemente una mezcla de charlatán y embaucador, de tartufo y de actor; constantemente asume un rol y lo representa ante sí y ante los demás como su público, De esa manera se suma un organizado auto-engaño a una organización de auto-ignorancia; solo internándose y viendo estas cosas en su fuente podemos salir de esta oscuridad y confusión.

Pues dentro de nosotros hay un ser mental mayor, un ser vital mayor e interior, incluso un ser sutil-físico mayor e interior diferente de nuestra conciencia-corporal superficial, y entrando en éste o deviniendo eso, identificándonos con eso, podemos observar los orígenes de nuestros pensamientos y sentimientos, las fuentes y motivos de nuestras acciones, las energías operativas que construyen nuestra personalidad superficial. Pues descubrimos y podemos conocer el ser interior que secretamente piensa y percibe en nosotros, el sutil-físico ser que secretamente recibe y responde a los contactos de las cosas a través de nuestro cuerpo y sus órganos. Nuestro pensamiento, sentimiento y emoción superficiales constituyen una complejidad y confusión de impulsos desde adentro e impactos desde afuera de nosotros; nuestra razón, nuestra organizadora inteligencia puede imponer en eso sólo un orden imperfecto: pero aquí encontramos las fuentes separadas de nuestras energías vitales y físicas y podemos ver claramente las operaciones puras, los poderes distintos, los elementos componentes de cada uno y su interacción en una clara luz de autovisión. Descubrimos que las contradicciones y las luchas de nuestra conciencia superficial se deben grandemente a las tendencias contrarias o mutuamente discordantes de nuestras partes mental, vital y física opuestas e irreconciliables una con otra y éstas, a su vez, a la discordia de muchas posibilidades interiores diferentes de nuestra naturaleza superficial. Pero mientras en la superficie su acción se mezcla, se confunde y conflictúa, aquí en nuestras profundidades pueden verse y trabajarse en su naturaleza y acción independientes y separadas y no resulta difícil su armonización mediante el ser mental en nosotros, líder de la vida y el cuerpo, mejor, mediante la entidad mental psíquica -siempre que tengamos en el esfuerzo la correcta voluntad psíquica y mental: pues si ingresamos en el ser subliminal con la motivación del ego-vital, pueden producirse serios peligros o un desastre o al menos una exageración del ego, de la auto-afirmación y el deseo, una ampliada y más potente ignorancia en lugar de un ampliado y más potente conocimiento. Es más, descubrimos en este ser interior o subliminal los medios para discernir directamente entre lo que surge de adentro y lo que nos llega de afuera, de los demás o de la Naturaleza universal, y resulta posible ejercer un control, una elección, un poder de voluntaria recepción, rechazo y selección, un claro poder de auto-construcción y armonización que no poseemos o podemos operar muy imperfectamente en nuestra compuesta personalidad superficial pero que es la prerrogativa de nuestra Persona interior. Pues mediante esta entrada en las profundidades del ser interior, ya no velado del todo, ya no obligado a ejercer fragmentaria influencia sobre su instrumental conciencia exterior, es capaz de formularse más luminosamente en nuestra vida, en el universo físico.

Constantemente vivimos en medio de un remolino de fuerzas mentales y vitales invisibles, de las que nada sabemos, ignorando hasta su existencia

Esto por el lado de la conciencia; por el lado de la acción, de las energías cósmicas, se ve que se mueven en masas, olas y corrientes que constantemente constituyen y reconstituyen seres y objetos, movimientos y sucesos, entrando en ellos, traspasándolos, formándolos en ellos, proyectándolos fuera de ellos en otros seres y objetos. Cada individuo natural es un receptáculo de estas fuerzas cósmicas y una dinamo para su propagación; pasa de una a otra una constante corriente de energías mentales y vitales, y éstas también se desplazan en las olas y corrientes cósmicas no menos que las fuerzas de la Naturaleza física.

¿Pero entonces qué es el subconsciente y dónde empieza y cómo se relaciona con nuestro ser superficial o el subliminal de los que parecería más apropiadamente ser un sector? Somos conscientes de nuestro cuerpo y sabemos que tenemos una existencia física, incluso nos identificamos en gran medida con ella, pero con todo la mayor parte de sus operaciones es realmente subconsciente para nuestro ser mental, no sólo la mente no toma parte en ellas sino que, como lo suponemos, nuestro ser más físico no tiene conciencia de sus propias operaciones ocultas o, por sí, de su propia existencia, conoce o siente de sí sólo en la medida en que está iluminado por el sentido mental y resulta observable por la inteligencia. Tenemos conciencia de una vitalidad que trabaja en esta forma y estructura corporales como en la planta o el animal inferior, una existencia vital que es también para la mayor parte subconsciente para nosotros, pues sólo observamos algunos de sus movimientos y reacciones. Somos parcialmente conscientes de sus operaciones, pero de ningún modo de todas o de la mayoría de ellas, y más bien de las que son anormales antes que de las normales, sus necesidades se imponen con más fuerza sobre nosotros que sus satisfacciones, sus enfermedades y desórdenes más que su salud y ritmo regular, su muerte nos resulta más perentoria que vívida su vida: conocemos tanto de ella como podemos conscientemente observar y usar o tanto como pugna en nosotros mediante dolor y placer y otras sensaciones o como causa de reacción y trastorno nervioso o físico, pero nada más. De modo acorde, suponemos que esta parte vital-física de nosotros tampoco es consciente de sus propias operaciones y tiene solo una conciencia suprimida o no-conciencia como la planta o una no-desarrollada conciencia como el animal incipiente; se torna consciente solo en la medida en que es iluminada por la mente y observable por la inteligencia.

Esto es una exageración y una confusión debidas a nuestra identificación de la conciencia con la mentalidad y la conciencia mental. La mente se identifica hasta cierto punto con los movimientos propios de la vida y cuerpo físicos y los anexa a su mentalidad, de modo que toda la conciencia nos parece mental. Pero si apartamos, si separamos la mente como testigo de estas partes de nosotros, podemos descubrir que la vida y el cuerpo, -incluso las partes más físicas de la vida tienen su propia conciencia, una conciencia propia de un más oscuro ser vital y corporal, una conciencia elemental tal como la que pueden tener las primitivas formas animales, pero en nosotros asumida en parte por la mente y mentalizada hasta ese punto.

Es sólo si el ser vital interior o verdadero reemplaza a la personalidad-vital externa que el impulso del ego vital puede vencer por completo y la fuerza-vital convertirse en sierva del alma y poderosa instrumentación para la acción de nuestro verdadero ser espiritual.



TOMADO DE LA VIDA DIVINA, TOMO III

Es cierto que la Vida cuando emerge se torna dominante, convierte a la Materia en instrumento de su manifestación, y empieza a parecer como si ella misma fuese el original principio secreto que irrumpe en la creación y se vela en las Formas de la Materia; hay una verdad en esta apariencia y esta verdad debe admitirse como parte del conocimiento integral. La Vida, aunque no la Realidad original, es empero una forma, un poder de ella comisionado aquí como impulso creador de la Materia. La Vida, por lo tanto, ha de ser aceptada como medio de nuestra actividad y molde dinámico en el que hemos de volcar la Existencia Divina; pero eso puede aceptarse de esa manera sólo porque es una forma de una Energía Divina que es mayor que la fuerza-vital. El principio-Vital no es el fundamento y origen total de las cosas; su obra creadora no puede perfeccionarse y cumplirse soberanamente o incluso hallar su verdadero movimiento hasta que se conozca como energía del Ser Divino y eleve y sutilice su acción en un libre canal para los efluvios de la Naturaleza superior.

Por encima de la mente física y más profunda en lo interior que la sensación física, está lo que podemos llamar inteligencia de la mente-vital, dinámica, vital, nerviosa, más abierta, aunque aun oscuramente, a lo psíquico, capaz de una primera formación-animica, aunque sólo de una más oscura alma-vital --no el ser psíquico, sino una formación frontal del vital Purusha. Esta alma-vital concretamente siente y toma contacto con las cosas del mundo-vital, y procura realizarlas aquí; adscribe inmensa importancia a la satisfacción y realización del ser-vital, de la fuerza-vital, de la naturaleza vital: contempla la existencia física como un campo para la autorrealización de los impulsos-vitales, para el juego de la ambición, del poder, del carácter recio, del amor, de la pasión, de la aventura, para la humana búsqueda, azar y ventura de carácter individual colectivo y general, para todo género de experimento-vital y nueva experiencia vital, y salvo por este elemento salvador, este grado poder, interés, significación, la existencia física carecería de valor para él. Esta mentalidad vital es sostenida por nuestro secreto ser vital subliminal y se halla en velado contacto con el mundo-vital al que puede fácilmente abrirse y de ese modo sentir las invisibles fuerzas y realidades dinámicas detrás del universo material. Existe una mente-vital interior que no necesita para sus percepciones de la evidencia de los sentidos físicos, ni está limitada por ellos; pues en este nivel nuestra vida interior y la vida interior del mundo deviene real para nosotros, con independencia del cuerpo y los símbolos del mundo físico que sólo llamamos fenómenos naturales, como si la Naturaleza no tuviese mayores fenómenos ni mayores realidades que aquellas pertenecientes a la Materia densa. El hombre vital, moldeado consciente o inconscientemente por estas influencias, es el hombre del deseo y la sensación, el hombre de la fuerza y la acción, el hombre de la pasión y la emoción, el individuo cinético: él puede poner y pone gran énfasis sobre la existencia material, pero le da, incluso cuando más se preocupa de sus concreciones actuales, un impulso en pro de la experiencia-vital, de la fuerza para la realización, de la extensión vital, del poder-vital, de la afirmación-vital, y de la expansión-vital que es el primer ímpetu de la Naturaleza en pos de la ampliación del ser; en una suprema intensidad de este ímpetu vital, se convierte en el destructor de ataduras, en el buscador de nuevos horizontes, en el alterador de pasado y presente en beneficio del futuro. Tiene una vida mental que a menudo está esclavizada a la fuerza vital y sus deseos y pasiones, y es a éstos a los que busca para satisfacer a través de la mente: mas cuando se interesa fuertemente por cosas mentales, puede convertirse en el aventurero mental, en el que abre el camino hacia nuevas formaciones-mentales o el que pugna por una idea, el tipo sensitivo de artista, el poeta dinámico de la vida o el profeta o campeón de una causa. La mente vital es cinética y, por lo tanto, una gran fuerza que trabaja en la Naturaleza evolutiva.

Mas los resurgimientos de lo subconsciente, sus efectos sobre la mente y el cuerpo, son en su mayoría automáticos, indemandados e involuntarios; pues carecemos de experiencia anormal y, por lo tanto, de control del subconsciente. Es sólo mediante una experiencia anormal para nosotros, en su gran mayoría durante una enfermedad o alguna perturbación de desequilibrio, que directamente tomamos conciencia de algo en el silencioso mundo, silencioso pero muy activo, de nuestro ser y vitalidad corporales o cobramos conciencia de los movimientos secretos de la mecánica mente subhumana física y vital que suyace en nuestra superficie -una conciencia que es nuestra pero no lo parece porque no es parte de nuestra mentalidad conocida. Esto y mucho más vive oculto en la subconciencia.

La parte nuestra que hemos caracterizado como inconsciente y circunconsciente es aun más potente y mucho más valioso elemento en la constitución de nuestro ser. Incluye el gran accionar de una inteligencia interior y una mente-sensoria interior, de un ser vital interior, incluso de un ser sutil-físico interior que eleva y abarca nuestra conciencia en vigilia, que no es llevado al frente, que es subliminal, según la frase moderna. Mas cuando podemos entrar en este yo oculto y explorarlo, descubrimos que nuestro sentido e inteligencia en vigilia son, para la mayoría, una selección de lo que somos o podemos ser secretamente, una edición exteriorizada y muy mutilada y vulgarizada de nuestro ser real, de nuestro ser oculto, o un afloramiento de sus onduras. Nuestro ser superficial se formó con esta ayuda subliminal mediante una evolución del inconsciente para la utilidad de nuestra actual vida mental y física sobre la tierra; esto que está detrás es una formación mediadora entre el inconsciente y los planos mayores de la Vida y la Mente que han sido creados por el descenso involutivo y cuya presión ha ayudado al surgimiento de la evolución mental y vital en la Materia. Nuestras respuestas superficiales a la existencia física tienen detrás el sostén de una actividad en sus partes veladas, son a menudo respuestas de ellas, modificadas por una versión mental superficial. Pero también esa gran parte de nuestra mentalidad y vitalidad que no es una respuesta al mundo externo pero que vive por sí o se proyecta en la existencia material para usarla y poseerla, nuestra personalidad, es el resultado, la amalgamada formulación de poderes, influencias y motivos que proceden de esta potente intimidad intraconsciente.

Parece incluso ser un hecho el que los mundos vitales sean morada natural de los Poderes que más perturban la vida humana; esto es ciertamente lógico, pues es a través de nuestro ser vital que nos influyen y deben ser, por lo tanto, poderes de una existencia-vital mayor y más potente.

Pero no se desprende automáticamente, debido a la complejidad del ser mental; él tiene una existencia tanto vital como mental -siendo su parte vital a menudo más potente y destacada que la mental-, y detrás del ser mental está un alma de la que es representante.

En otros es el yo vital, el ser vital, quien domina y rige la mente, la voluntad y la acción; entonces se crea el hombre vital, preocupado con la autoafirmación, autoagrandamiento, autoampliación, satisfacción de la ambición, pasión, impulso y deseo, de los reclamos del ego, del dominio, poder, excitación, batalla y lucha, aventura interna y externa: todo lo demás es incidental o subordinado a este movimiento, construcción y expresión del ego vital. Pero aun en el ser vital hay o puede haber otros elementos de creciente carácter mental o espiritual, aunque estén menos desarrollados que su personalidad-vital y su poder-vital. La naturaleza del hombre vital es más activa, más vigorosa y más móvil, más turbulenta y caótica (a menudo hasta el punto de ser muy irregulada), que la del hombre físico que se afirma en el suelo y tiene un punto de apoyo y equilibrio ciertos, pero es más cinético y creativo: pues el elemento del ser vital no es la tierra sino el aire; tiene más movimiento, menos estatismo. Una mente y voluntad vigorosas y vitales pueden aferrar y gobernar las energías cinéricas, pero ello ocurre más mediante una fuerte compulsión y constricción que mediante una armonización del ser. Sin embargo, si una fuerte personalidad, mente y voluntad vitales pueden lograr la inteligencia razonante para darle firme apoyo y administrarla, entonces puede concretarse cierto género de formación vigorosa, más o menos equilibrada pero siempre potente, exitosa y efectiva, que puede imponerse sobre la naturaleza y medio y arribar a una fuerte autoafirmación en la vida y la acción.

Ni siquiera la vida corporal posee su propio ser pleno en su propio género si la conciencia no supera al cuerpo y siente su física unidad con toda la existencia material; la vida vital no posee su propia vida plena en su propio género si la conciencia no supera el juego restringido de una vitalidad individual y siente la vida universal como su propia vida y su unidad con toda la vida. La mentalidad no es una existencia o actividad plena y consciente en su propio género si no supera los límites mentales individuales y siente una unidad con la Mente universal y con todas las mentes y disfruta la propia integralidad de la conciencia realizada en su riqueza diferenciativa.

En la vida humana misma el hombre vital parece tener una mayor dinámica de acción que el hombre mental debido a su superioridad en la fuerza-vital cinética: lo intelectual tiende a ser efectivo en el pensamiento pero inefectivo en el poder sobre el mundo, mientras el hombre vital cinético domina la vida. Mas es su uso de la mente el que lo capacita para arribar a una plena explotación de esta superioridad, y al fin el hombre mental, mediante su poder del conocimiento, su ciencia, es capaz de extender el dominio de la existencia mucho más allá de lo que la vida en la materia puede cumplir mediante sus propios agentes o de lo que el hombre vital podría cumplir con su fuerza-vital e instinto-vital sin ese incremento de efectivo conocimiento. Debe llegar un poder inmensamente mayor sobre la existencia y sobre la Naturaleza cuando surja una conciencia aun mayor y reemplace las impedidas operaciones de la Energía mental en nuestra fuerza existencial demasiado individualizada y restringida.


.-.-.-.
Diccionario sánscrito (de La Vida Divina III)
El Jivatman o Espíritu como usualmente se le llama en inglés, es autoexistente por encima del ser manifestado o instrumental -es superior al nacimiento y la muerte, siempre el mismo, el Yo individual o Atman. Es el verdadero ser eterno del individuo. El ser central que no nace ni evoluciona sino preside el nacimiento y evolución individuales, adelanta un representante de sí en cada plano de la conciencia -los Purushas mentales, vitales y físicos.

pránamaya purusa (Pranamaya purusha) - El ser-de-la-vida o ser vital; el ser que está detrás de la Fuerza de la Vida. En su forma externa es la ignorancia que genera el alma-deI-deseo, que gobierna a la mayoría de los hombres; éstos a menudo la confunden con el alma real - Hay cuatro partes del ser vital -el mental vital que da una expresión mental mediante el pensamiento, el habla o de otro modo a las emociones, deseos y otros movimientos del ser vital; el vital emocional que es la sede de varios sentimientos; el vital central que es la sede de los anhelos y reacciones vitales más fuertes; y el vital inferior que se ocupa de pequeños deseos y sentimientos.



INVESTIGACIÓN
Prana, Vital, Shakti
(El poder que mueve a la vida)